lunes, 27 de julio de 2009

'Et in Arcadia ego'


Como en la pintura de Poussin Et in Arcadia ego (1637-38), en la que los pastores que se hallan en la feliz e idílica Arcadia se topan con una lápida funeraria que les rompe tal estado de plenitud al recordarles que todo es efímero y finito, que allí también reina la muerte, muchas de las piezas que Pierson compone con letras, en desuso o abandonadas, de establecimientos comerciales y publicidad se alinean con cierta melancolía y tristeza característica en la obra del artista norteamericano. Esta melancolía, aquí las letras serían una suerte de lápida o ruina -romántica o no- de los brillantes reclamos del capitalismo y del consumismo, la ha buscado Pierson con una mirada hábil en la trastienda de los espacios, sistemas de comunicación e imágenes sobre los que los medios de masas han construido el triunfal estilo de vida americano, ya sea a niveles de celebridades (sus fotos de los 90) o ya en lo popular, como estos letreros que han dejado de alimentar con su brillo los sueños y las promesas de una eterna felicidad. Bien es cierto que esa vis melancólica y triste, así como ese talante mínimamente crítico, sensiblemente cuestionadores de ese modo de vida, no son los únicos registros que encontramos en su producción. Es más, me atrevería a decir que esas componentes han ido perdiendo fuerza con el transcurrir del tiempo, aunque no hayan desaparecido, en paralelo a la evolución de su trabajo con las letras (una de las estribaciones del Word art), que lo han llevado a este actual estado de abstracción que tan bien se puede apreciar en la muestra gracias a sus abstracts. Pierson, en ese ejercicio de recontextualizar distintas letras descontextualizadas de sus originales espacios, ha pasado de la composición de esculturas de pie y de pared con unas tipografías claras que componían nuevas estructuras con mensajes subsumidos (el caso de Eroseror, 1997) a otras, más cercanas en el tiempo, en las que el autor se olvida del contenido y claridad que pudieran albergar las anteriores entregándose a un ejercicio puramente abstracto en el que, o bien metamorfosea esas letras de nuestro alfabeto en caligrafía arábiga, o bien crea estructuras que buscan principalmente valores formales como el equilibrio, la composición o el colorido. Estas últimas olvidan por tanto el referente icónico-verbal (no lo emplean con valor lingüístico) en pos de referentes meramente formales, destierran mensajes subyacentes en pos de la atracción, de lo sugerente e incluso de lo bello, de una belleza que otrora hubiera cuestionado el propio Pearson.Asistimos a una síntesis estilística sorprendente, no tanto por su heterogeneidad como por su sabia mixtificación, justa y mesurada que en ningún caso nos enfrenta a una suerte de gratuito pastiche, todo lo contrario, de extraer fórmulas de la historia del arte haciéndolas comulgar con efectividad, sin futilidad ni falsa erudición. En muchas de sus obras presenciamos cierta combinatoria cromática a lo Allan McCollum y el empleo de neones seriados a lo Dan Flavin que resultan ser guiños al minimal; una presentación de los rótulos ajados en forma de escombreras o desechos, algunos con neones a lo Mario Merz, que, igualmente, nos recuerdan al povera; la cercanía al pop, aunque sea simplemente como universo del que nutrirse (los rótulos de establecimientos comerciales) y sobre el que operar transformaciones, al margen de que artistas pop como Robert Indiana, Ed Ruscha o Joe Tilson insistieron en lo verbal; y en la base de esas operaciones que realiza se halla el conceptualismo, especialmente en sus word sculptures y no tanto en sus abstracts de estos últimos años. Así, la obra de Pierson es una afortunada síntesis de elementos propiamente pop con el arte conceptual en su vertiente lingüística, atendiendo al empleo referencial y evocador del lenguaje y la dimensión material de las palabras que encontramos en autores como Weiner (se distancia de otros como Kosuth) y que le lleva incluso a emplear la ekphrasis que permita que sus palabras gracias a la morfología que toman se connoten adquiriendo valores evocadores, como en Icarus, en la que, en clara alusión al mito, su disposición en el suelo rotas las letras alude a la caída. No obstante, Pierson subvierte las estrategias conceptualistas, ya que éstas toman al lenguaje como un medio de desmaterialización y desobjetualización artística, cuestión ajena al autor americano puesto que emplea objetos descontextualizados (materiales de desecho o desclasados) para crear nuevos objetos y artefactos artísticos. CAC Málaga C/ Alemania, s/n Málaga Hasta el 27 de septiembre


Fuente: Malaga Hoy

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