sábado, 16 de mayo de 2009

“Un ballet nacional no se puede permitir ser una compañía de autor”


Durante más de 20 años su nombre ha estado presente en la carrera de jóvenes talentos de la danza. Ylo sigue estando. Víctor Ullate (Zaragoza, 1947) ha esculpido el prestigio de figuras como Tamara Rojo, Igor Yebra, Ángel Corella, dentro y fuera de su país. El próximo año se despedirá de su compañía para incorporarse a un nuevo reto, dirigir la Compañía Nacional de Danza Clásica. Antes, continuará girando con una renovada Coppélia con la que hará escala en el Teatro Cervantes hoy y mañana.–¿Por qué actualizar un ballet tan consagrado y representado? –Tocar un clásico es una gran responsabilidad que yo aquí le he pasado a Eduardo Lao (su primer alumno y ahora director artístico del montaje). Para mí es una satisfacción que España pueda tener sus propias versiones de clásicos. Hoy no se pueden representar tal cual se crearon. Han evolucionado las técnicas, la dramaturgia, las formas de expresión y el público. –En esta versión el taller de muñecas del Dr. Coppelius es un laboratorio cibernético especializado en robótica y inteligencia artificial...–Es una versión muy divertida. Lao me propuso que se impregnara de la estética de Blade Runner o Metrópolis y me pareció genial. El doctor Coppelius en la versión original sólo hace pantomimas y aquí baila. Las bailarinas pasan de androides a humanas. Es duro pero hoy cualquier ballet incorpora en sus montajes, además de clásico, contemporáneo y neoclásico–¿No teme las críticas? –Las críticas de este montaje han sido buenas. Pero de todas formas si piensas en ellas no haces nada. Yo no pienso si va a gustar o no. La prensa siempre ha sido dura y exigente conmigo, estoy acostumbrado.–Los centros de formación dancística adolecen de poca atención a la historia de la danza, la música y sus genios, ¿lo comparte?–Sí, y es necesario inculcarlo. Habría que hablar con el Ministerio de Educación para que se introdujese en la formación. Hay muy pocos niños que conozcan a Mozart, Beethoven o a Albéniz, que era español. Y tampoco saben quién hizo El Lago de los Cisnes.–¿Cómo lo solucionaría?–Una de las cosas que voy a hacer como director del Ballet Nacional es crear una escuela para que la compañías puedan abastecerse de bailarines. Me va a permitir también hacer labores didácticas en centros escolares. Me interesa introducir a los más pequeños en la danza. A esas edades es lo que se te queda grabado. Lo que hagas en la infancia lo vas a hacer de mayor. Cuando te acostumbran a ir al teatro a ver danza, de mayor ya es una necesidad.–Maurice Bejart fue su gran maestro, con su muerte, ¿se ha perdido su espíritu revolucionario?–Todos los que hemos trabajado con él –yo estuve 14 años– tenemos un poso de ese espíritu. Aparte de mi maestro, lo he querido como un padre. Su pérdida me marcó mucho. Es difícil romper en danza pero es cierto que mi compañía siempre ha querido innovar, buscando nuevos movimientos, ideas y formas más fáciles de llegar a la gente.–Y España, ¿en qué nivel se halla?–En ese aspecto ha evolucionado mucho. En Madrid, por ejemplo, se programa danza continuamente, pero de fuera. Eso está bien, aunque también interesaría que la gente de aquí pueda expresar sus ideas en su país. Hay muchos artistas que tienen muchas cosas que decir y que por falta de medios no pueden. –¿Qué opina del establecimiento del Código de Buenas Prácticas en las compañías nacionales?–Toda compañía, cada cierto tiempo, cambia de director. Nacho Duato lleva 18 años al frente de la CND y es lógico que desde el Ministerio de Cultura quieran darle otro aire.Pero él tiene muchísimo talento, puede estar dentro como coreógrafo estable sin necesidad de ser director. Se le ha achacado que haya implantado un determinado tipo de danza, y un ballet nacional no se puede permitir ser una compañía de autor, es lógico.


Fuente: Málaga Hoy


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