viernes, 8 de mayo de 2009

El mundo de la vagina, alto y claro



NADA de cosita, vulvita... o mil palabras más que no procede reproducir. Se llama vagina y punto. Por si no se acostumbra a usar con naturalidad este término, hoy -como ya ocurriera anoche- se escuchará 128 veces en el Teatro Alameda. Será en la puesta en escena de 'Los monólogos de la vagina', un montaje con nueve años de recorrido en España que rompe con los tabúes que durante siglos rodean a la sexualidad femenina. El primer paso es llamar a cada cosa por su nombre, sin circunloquios o sinónimos absurdos. «Aquí usamos el castellano puro y duro, sin ser burdas o vulgares», afirma Maite Merino, quien junto con María José Gil, explorará a través de diversos personajes «el mundo de la vagina con toda su capacidad de placer y de sufrimiento».
Desde una señora que «no se ha tocado nada ahí abajo» desde los años cincuenta (tras una experiencia traumática), a una lesbiana que cuenta con pelos y señales sus escarceos en la cama, pasando por una sadomasoquista o una mujer que descubre a los 40 años su vagina. Cada historia contada con un «humor muy esperpéntico y disparatado», pero que en el fondo refleja «la vida misma». Por eso Merino mantiene que hay de todo y para todos los públicos. Eso sí, mayor de 14 años. «Los hombres se ríen más porque lo ven desde fuera, las mujeres muestran una sonrisa cómplice», señala la actriz.
Emociones
Pero en 'Los monólogos de la vagina' -creados por Eve Ensler- hay mucho más que sexo. «De lo que más se habla es de emociones, por eso llega al corazón de la gente», apunta Merino. Además, se aborda el milagro del parto y se reserva un hueco del espectáculo -«un 10%», precisa Merino- para denunciar con toda crudeza y sin un ápice de banalidad las violaciones en la guerra y la ablación del clítoris en muchos países africanos.

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